ESCUELA DE PADRES ON LINE. EDUCAR CON CORAZÓN Y CON CEREBRO (Inteligencia emocional, Neurociencia, Mindfulness)
¡Qué maravilloso cuento! Creo que lo tiene todo!!
Cómo perfectamente explicáis en los comentarios, este cuento trata de la tendencia a "culpar a los demás"
Desde pequeños nos educan a culpar a los demás de nuestros sentimientos. Desde el niño que va a vacunarse y oye "¡Ay la enfermera, ¡Qué mala! ¿Te ha hecho daño?" hasta el que se tropieza y se cae al suelo, y oye "¡Suelo, malo, malo!". O aquél que tras un largo día de rabietas o conflictos, oye que le dicen "¡Vaya día que me has dado! ¡Por tu culpa, mira cómo estoy, agotada/o, enfadada/o!" Poquito a poquito, vamos aprendiendo que los otros tienen la capacidad de hacernos daño, más aún, que son los culpables de nuestro enfado, ira, tristeza, dolor.... Así, cuando llega nuestro marido tarde en la noche, le culpamos de lo cansados que estamos y de los enfados que hemos tenido con nuestros hijos.... O, cuando hablamos mal a una persona, lo justificamos diciendo que ella nos hizo daño antes..... Y, así, poquito a poquito.... nos vamos aislando de los demás....como el pescador....
Nos convertimos en víctimas de los acontecimientos. Cedemos el poder de nuestros sentimientos a los otros y a las circunstancias que nos rodean. Ser feliz o no, deja de depender de nosotros. Depende de los demás. Para conseguir ser felices, necesitamos que los otros cambien y se amolden a nuestras necesidades y que la vida se ajuste a nuestras expectativas....Uffffff.....
Y, ¿dónde queda nuestra responsabilidad?
Nadie tiene la capacidad de hacernos daños. El otro sólo es un estímulo pero el poder de qué hacer con ese estímulo está en nuestras manos. Somos únicos responsables de nuestros sentimientos. Es nuestro cerebro el que genera esos sentimientos según la interpretación, los pensamientos que nosotros mismos creamos. Es decir que según cómo interpretamos la situación, así nos sentiremos. Y, esto no depende del otro. Sólo depende de nosotros. ¡Es nuestro poder!
Es cierto que es más fácil culpar al otro..... nos descarga de responsabilidad....
Es, en muchas ocasiones, mucho mas doloroso hacerse responsable de los sentimientos propios que culpar al otro de ellos..... pero, a la larga, conlleva mas felicidad y más conexión con los otros.
¿Cómo trabajar esta gran responsabilidad con nuestros niños?
- En primer lugar, transformar la palabra CULPA en RESPONSABILIDAD. Las palabras tienen poder. Crean nuestra realidad. Hablar de responsabilidad en lugar de culpa, ya, en sí, produce un cambio. Nadie es culpable. En cambio, todos somos responsables de las consecuencias de las decisiones que tomamos. Y, nuestros niños deben conocer esta ley de causa- consecuencia/efecto desde que son pequeños. Todo lo que pensamos, decimos, hacemos tiene consecuencias en nosotros y/o en los demás y es importante hacernos responsables de ello. Y, si nos equivocamos, aprendemos y rectificamos. En lugar de culpar al otro o a las circunstancias, o de justificarnos.... ¡Esto es hacerse responsable!
No se trata de castigar. No es necesario castigar. Nuestro papel es ayudar a nuestro niño a darse cuenta del impacto en sí mismo y en los demás de sus actos (tanto impacto beneficioso como dañino). Acompañarle sin hacerle sentir culpable de sus equivocaciones!! Porque no hay culpables!! Hay seres humanos imperfectos que estamos aprendiendo!!!
- En segundo lugar, cuando nuestros niños se encuentren con una situación que les produce sufrimiento, no buscar culpables externos. Llevar sutilmente a nuestros niños a plantearse preguntas del tipo: ¿Qué sientes? ¿De quién depende eso que sientes? ¿Qué estás pensando en este momento? ¿Cómo estás interpretando la situación?
Está claro que, en plena rabieta ni en el momento álgido de la situación, no es momento para plantear todos estos temas racionales. En plena rabieta, solo cabe el acompañamiento amoroso, la escucha empática, el silencio, la contención amorosa.... Pero, en cuanto la situación se calma (horas o días mas tarde), es bueno plantearle estas cuestiones. De esta forma, poco a poco, van dándose cuenta, que ellos son los únicos responsables de sus sentimientos, y de que éstos, dependen única y exclusivamente de sus pensamientos (ya lo vimos en el anterior post)
Un ejemplo:
Un niño A le quita el juguete al otro B. Un niño A empuja a otro B. Un niño A se burla de otro B.......
El niño B puede responder llorando o defendiéndose del niño A (quitándole a la fuerza el juguete de nuevo o empujándolo)...
En ese momento, nos convertimos en meros observadores o de mediadores en caso de que haya situaciones de agresión o violencia.
Y, en otro momento del día, u otro día, volvemos a recordar la situación. La describimos objetivamente (evitar interpretaciones, juicios....) y le preguntamos a nuestro hijo (lo mismo para el A que para el B) ¿Cómo te sentiste? ¿Qué pensaste? ¿Por qué crees que el niño B/A actúo como actúo? ¿De quién depende que te sintieras enfadado/triste/impotente? Y, en este momento es básico, explicarle que sólo depende de él. Ninguna circunstancia externa es capaz de hacerle daño si él no lo permite!! Y ese poder está en su mente, en su capacidad de interpretar esa circunstancia externa de tal forma que le haga sentir mejor, más feliz.
Podemos aprovechar también los cuentos que les leemos o historias que nos ocurren a nosotros día a día, en nuestras relaciones con los demás (amigos, compañeros del trabajo, familiares...) para explicarles este concepto de la RESPONSABILIDAD.
Termino con otro cuento del estilo, de Borja Vilaseca. ¡Otra joya!
¡Qué maravilloso cuento! Creo que lo tiene todo!!
Cómo perfectamente explicáis en los comentarios, este cuento trata de la tendencia a "culpar a los demás"
Desde pequeños nos educan a culpar a los demás de nuestros sentimientos. Desde el niño que va a vacunarse y oye "¡Ay la enfermera, ¡Qué mala! ¿Te ha hecho daño?" hasta el que se tropieza y se cae al suelo, y oye "¡Suelo, malo, malo!". O aquél que tras un largo día de rabietas o conflictos, oye que le dicen "¡Vaya día que me has dado! ¡Por tu culpa, mira cómo estoy, agotada/o, enfadada/o!" Poquito a poquito, vamos aprendiendo que los otros tienen la capacidad de hacernos daño, más aún, que son los culpables de nuestro enfado, ira, tristeza, dolor.... Así, cuando llega nuestro marido tarde en la noche, le culpamos de lo cansados que estamos y de los enfados que hemos tenido con nuestros hijos.... O, cuando hablamos mal a una persona, lo justificamos diciendo que ella nos hizo daño antes..... Y, así, poquito a poquito.... nos vamos aislando de los demás....como el pescador....
Nos convertimos en víctimas de los acontecimientos. Cedemos el poder de nuestros sentimientos a los otros y a las circunstancias que nos rodean. Ser feliz o no, deja de depender de nosotros. Depende de los demás. Para conseguir ser felices, necesitamos que los otros cambien y se amolden a nuestras necesidades y que la vida se ajuste a nuestras expectativas....Uffffff.....
Y, ¿dónde queda nuestra responsabilidad?
Nadie tiene la capacidad de hacernos daños. El otro sólo es un estímulo pero el poder de qué hacer con ese estímulo está en nuestras manos. Somos únicos responsables de nuestros sentimientos. Es nuestro cerebro el que genera esos sentimientos según la interpretación, los pensamientos que nosotros mismos creamos. Es decir que según cómo interpretamos la situación, así nos sentiremos. Y, esto no depende del otro. Sólo depende de nosotros. ¡Es nuestro poder!
Es cierto que es más fácil culpar al otro..... nos descarga de responsabilidad....
Es, en muchas ocasiones, mucho mas doloroso hacerse responsable de los sentimientos propios que culpar al otro de ellos..... pero, a la larga, conlleva mas felicidad y más conexión con los otros.
¿Cómo trabajar esta gran responsabilidad con nuestros niños?
- En primer lugar, transformar la palabra CULPA en RESPONSABILIDAD. Las palabras tienen poder. Crean nuestra realidad. Hablar de responsabilidad en lugar de culpa, ya, en sí, produce un cambio. Nadie es culpable. En cambio, todos somos responsables de las consecuencias de las decisiones que tomamos. Y, nuestros niños deben conocer esta ley de causa- consecuencia/efecto desde que son pequeños. Todo lo que pensamos, decimos, hacemos tiene consecuencias en nosotros y/o en los demás y es importante hacernos responsables de ello. Y, si nos equivocamos, aprendemos y rectificamos. En lugar de culpar al otro o a las circunstancias, o de justificarnos.... ¡Esto es hacerse responsable!
No se trata de castigar. No es necesario castigar. Nuestro papel es ayudar a nuestro niño a darse cuenta del impacto en sí mismo y en los demás de sus actos (tanto impacto beneficioso como dañino). Acompañarle sin hacerle sentir culpable de sus equivocaciones!! Porque no hay culpables!! Hay seres humanos imperfectos que estamos aprendiendo!!!
- En segundo lugar, cuando nuestros niños se encuentren con una situación que les produce sufrimiento, no buscar culpables externos. Llevar sutilmente a nuestros niños a plantearse preguntas del tipo: ¿Qué sientes? ¿De quién depende eso que sientes? ¿Qué estás pensando en este momento? ¿Cómo estás interpretando la situación?
Está claro que, en plena rabieta ni en el momento álgido de la situación, no es momento para plantear todos estos temas racionales. En plena rabieta, solo cabe el acompañamiento amoroso, la escucha empática, el silencio, la contención amorosa.... Pero, en cuanto la situación se calma (horas o días mas tarde), es bueno plantearle estas cuestiones. De esta forma, poco a poco, van dándose cuenta, que ellos son los únicos responsables de sus sentimientos, y de que éstos, dependen única y exclusivamente de sus pensamientos (ya lo vimos en el anterior post)
Un ejemplo:
Un niño A le quita el juguete al otro B. Un niño A empuja a otro B. Un niño A se burla de otro B.......
El niño B puede responder llorando o defendiéndose del niño A (quitándole a la fuerza el juguete de nuevo o empujándolo)...
En ese momento, nos convertimos en meros observadores o de mediadores en caso de que haya situaciones de agresión o violencia.
Y, en otro momento del día, u otro día, volvemos a recordar la situación. La describimos objetivamente (evitar interpretaciones, juicios....) y le preguntamos a nuestro hijo (lo mismo para el A que para el B) ¿Cómo te sentiste? ¿Qué pensaste? ¿Por qué crees que el niño B/A actúo como actúo? ¿De quién depende que te sintieras enfadado/triste/impotente? Y, en este momento es básico, explicarle que sólo depende de él. Ninguna circunstancia externa es capaz de hacerle daño si él no lo permite!! Y ese poder está en su mente, en su capacidad de interpretar esa circunstancia externa de tal forma que le haga sentir mejor, más feliz.
Podemos aprovechar también los cuentos que les leemos o historias que nos ocurren a nosotros día a día, en nuestras relaciones con los demás (amigos, compañeros del trabajo, familiares...) para explicarles este concepto de la RESPONSABILIDAD.
Termino con otro cuento del estilo, de Borja Vilaseca. ¡Otra joya!
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