"Un niño necesita una relación empática y amorosa con el adulto de referencia para que su cerebro se desarrolle de manera adecuada"
(Catherine Gueguen)
...Metáforas y Meditaciones... (Catherine Gueguen)
La fragilidad del cerebro del niño
Desarrollo del cerebro del niño a lo largo de su infancia
Nuestro cerebro es el resultado (a lo largo de la evolución) de la superposición de 3 cerebros:
- El cerebro de los reptiles (cerebro primitivo o reptiliano) que se encarga de garantizar nuestra supervivencia. Ante una situación interpretada como de peligro, este cerebro se activa y pone en marcha una respuesta automática de huida-lucha o parálisis.
- Por encima de este cerebro, se desarrolla el cerebro de los mamíferos (cerebro límbico o emocional). Es la sede de nuestras emociones y recuerdos. Dos estructuras muy importantes localizadas en esta zona son las amígdalas cerebrales y el hipocampo.
El hipocampo es un área importante para el aprendizaje y la memoria. Maduro y activo a partir de los 3-5 años. Es por este motivo que no recordamos, de manera consciente, aquello que nos ocurre en los primeros 3 años.
- Y, por último, en la parte más externa de nuestro cerebro se desarrolla el cerebro racional o neocortex característico de los grandes primates y del ser humano.Lo que realmente nos diferencia como especie es la parte más anterior de este cerebro (la parte que se encuentra detrás de nuestra frente), son los lóbulos prefrontales. Se encargan de las llamadas funciones ejecutivas superiores (regular las emociones, inhibir los impulsos procedentes de nuestros cerebros primitivo y emocional, de planificar, anticipar consecuencias, de la empatía, de la toma de decisiones, de la reflexión....) Empiezan a madurar a partir de los 4-6 años y su maduración no se completa hasta los 25 años!!!
Para un correcto desarrollo de este cerebro, la actitud del adulto respecto al niño tiene una importancia crucial
Los factores que influyen en su desarrollo y maduración son:
- los genes,
- el ambiente y
- la epigenética (capacidad del ambiente de modificar la expresión de determinados genes).
Los últimos estudios neurocientíficos han avanzado mucho en cuanto a conocer la repercusión que tiene el ambiente relacional del niño en su desarrollo cerebral. Y concluyen que las relaciones del niño con los adultos que lo cuidan y lo rodean durante su infancia, sobre todo en los primeros años de vida, dejan huellas en su cerebro.
Toda humillación repetida en el tiempo, ya sea física y/o verbal deja marcas reales en su cerebro.
Dificulta la correcta maduración de las áreas cerebrales que se encargan de la adecuada gestión de las emociones y de la empatía (lóbulos prefrontales), y del aprendizaje y la memoria (hipocampo).
¡¡¡Es el ambiente relacional del niño que va a favorecer o dificultar que el cerebro del niño se desarrolle de forma correcta y sepa así gestionar sus emociones y el estrés!!!
Para entenderlo mejor, voy a usar 2 ejemplos.
- Un bebé de 3 meses que llora en su cuna no es capaz de calmarse sólo ya que su cerebro no está lo suficientemente maduro para hacerlo (los lóbulos prefrontales son los que se encargarían de ésto pero todavía no están suficientemente desarrollados). Necesita de un adulto para poder volver a la calma.
- Un niño de 3 años que grita, pega, muerde, patalea cuando se le dice que NO a algo que quiere o cuando un amigo le quita un juguete, NO es un niño agresivo, ni un niño malo ni caprichoso. Es un niño con un cerebro muy inmaduro, incapaz de gestionar de forma adecuada las emociones, por lo que actúa dominado por la emoción (los lóbulos prefrontales, todavía inmaduros, no pueden inhibir estos impulsos procedentes del cerebro emocional del niño)
Un niño pequeño no es capaz de calmarse sólo, necesita de un adulto que lo consuele, que le procure seguridad cuando está siendo invadido por emociones desagradables, para poder liberarse del estrés, de la angustia.
Dependiendo de cómo los adultos respondamos (de forma general) a estos comportamientos, ayudaremos a que el cerebro de nuestros niños se desarrolle de forma adecuada o no.
- Así, si un adulto es capaz de responder de forma repetida a este tipo de situaciones que el niño vive como estresante, de manera calmada, amorosa, comprensiva y empática, ésto favorecerá la maduración y el desarrollo adecuado de sus lóbulos prefrontales (área que se encarga de la gestión de las emociones) y del hipocampo (área necesaria para un adecuado aprendizaje y memoria). Además, favorecerá la liberación de la oxitocina (la hormona del vínculo, de la empatía, la colaboración y cooperación, de la confianza), tanto en el cerebro del adulto como en el del niño.
- En cambio si el adulto, de forma repetida no responde a estas necesidades o responde humillando al niño a través de palabras hirientes ("eres tonto", "eres insoportable", "niño malo"....) o castigos, el cortisol invade el cerebro del niño de forma prolongada, lo que favorece la alteración e incluso muerte de neuronas en el hipocampo y los lóbulos prefrontales. Estas áreas cerebrales, tan importantes para el control de impulsos y para el aprendizaje, no acabarán de madurar adecuadamente.
Y, ¿de qué depende que un adulto responda de una manera o de otra ante el llanto, la rabieta, el desborde emocional de su hijo?
Depende de la infancia del adulto y de cómo respondieron sus figuras de apego a sus desbordes emocionales.
Se ha realizado una investigación en la que, a través de una resonancia magnética cerebral funcional, se ha podido estudiar lo que ocurre en el cerebro de los adultos cuando sus hijos lloran.
- Esta investigación destaca cómo en ciertos adultos, estos desbordes emocionales de los niños activan en su cerebro un circuito de calma y protección, liberándose abundante oxitocina. Ésto les lleva a responder de una manera amorosa y empática ante el llanto de su hijo.
- En cambio, en otros adultos, los desbordes emocionales de sus hijos activan el circuito del estrés. De tal forma que ante el llanto de su hijo, 3 son las únicas respuestas posibles (respuestas de alarma): ataque (gritar, pegar, palabras humillantes... ), huida (mandar al niño al cuarto, palabras humillantes de desesperación..) o parálisis.
Según el estudio, el que se active uno u otro circuito depende de la infancia de estos adultos.
- Si estos adultos, cuando eran niños y lloraban recibían una respuesta empática por parte de sus figuras de apego, ésto ha favorecido el adecuado desarrollo y maduración de su cerebro y de los circuitos neuronales que unen su cerebro emocional (impulsivo y descontrolado) a sus lóbulos prefrontales (el freno). Así, ante los desbordes emocionales de sus hijos, tienen más recursos para gestionar sus propias emociones y para activar el circuito de calma y protección.
- Si en cambio estos adultos, cuando eran niños y lloraban , se sintieron rechazados, aislados, ridiculizados, culpabilizados, ésto ha producido una hiperactivación de su circuito de estrés y de su cerebro emocional, y un menor desarrollo de los circuitos que unen este cerebro emocional a los lóbulos prefrontales. Por lo tanto, ante cualquier mínima situación estresante, sus amígdalas cerebrales y su circuito de estrés toman el poder.... Perpetuándose así el problema, generación tras generación....
¡¡¡Nuestro cerebro y nuestra infancia están detrás de nuestros comportamientos de adultos ante los desbordes emocionales de nuestros niños!!
Lo interesante de esto es nuestra capacidad de reeducar nuestro cerebro gracias a la neuroplasticidad cerebral. Con consciencia, esfuerzo, perseverancia podemos cambiar los circuitos cerebrales para que en lugar de activarse el circuito del estrés ante los desbordes emocionales de nuestros hijos, se active el circuito de calma y protección.
Y este cambio en nosotros, favorecerá el buen desarrollo del cerebro de nuestro hijo. Y, de esta forma, el de nuestro nieto, y el del hijo de nuestro nieto... Y, así generación tras generación....
Metáforas inspiradoras...
Metáfora de la planta de Isabelle Filliozat ("Au coeurs des emotions de l´enfant")
En esta metáfora, el niño sería la planta.Cuando una planta se está marchitando, no vamos a gritarle a la planta:
"¿Pero eres tonta o qué? Venga, ponte a crecer como es debido! Mira las plantas de alrededor qué bonitas están! Y, ¿tú? ¡¡mírate tú!! ¡Vaya vergüenza!".
En estos casos, observamos el ambiente que rodea a la planta:
"¿Le faltará/sobrará agua? ¿Le faltará/sobrará sol? ¿Le faltará/sobrará nutrientes?"
Y así, haremos cambios en ese ambiente que rodea a la planta en busca del más adecuado y del que responda mejor a sus necesidades para conseguir que ésta se desarrolle en todo su esplendor.
¿No deberíamos hacer lo mismo con nuestros niños, y, cuando éstos tienen conductas retadoras, complicadas, inadecuadas, valorar realizar cambios en el ambiente relacional (adultos y sus actitudes respecto al niño) que rodea al niño?
Evitemos confusiones... No se trata de ceder ante cualquier deseo del niño.
Se trata de empatizar con el niño y comprender que detrás de esas conductas no hay un niño caprichoso, un niño tirano.
Detrás, se encuentra un cerebro inmaduro que no puede actuar de una forma más eficaz y que aprenderá a hacerlo de forma más adecuada gracias a la ayuda del adulto.
Se trata de ser sus lóbulos prefrontales hasta que los suyos estén lo suficientemente maduros para gestionar su cerebro emocional.
Se trata de entender la emoción que está detrás de esos comportamientos, de ponerle un nombre (miedo, enfado, tristeza....) y validarla, sin necesidad de ceder a su deseo, en caso de que no lo consideremos justificado.
Bibliografía
1. Pour une enfance heureuse. Catherine Gueguen (2014)
2. Au coeur des émotions de l´enfant. Isabelle Filliozat (1999)
3. El niño feliz, Dorothy Corkille
Hola Inés.
ResponderEliminarMe encanta leerte porque me haces entender muchas cosas.
No es fácil. Es como si tuviésemos un GPS de serie incorporado, pero han cambiado las carreteras y estamos constantemente recalculando la ruta.
Nuestros hijos merecen el esfuerzo de comprenderles.
Mil gracias Inés.
Un abrazo,
Inma
¡¡Gracias Inma por tu comentario!!
EliminarMe encanta la imagen del GPS de la que hablas!! Es eso totalmente! Nuestro cerebro com un GPS, lleno de carreteras y debemos ir seleccionando las que más nos interesan para ser más coherentes con nuestros valores, y por lo tanto, sentirnos más felices!
Muchas gracias!!!!
Un beso fuerte
Inés
Hola Inés. Cuanta sabiduría en Tusquets palabras y cuanto apredemos y nos haces recapacitar. A veces los adultos también necesitamos entender o q alguien nos explique nuestro comportamiento cuando explotamos... y después nos preguntamos el porque. Gracias a ti cada día apredemos algo nuevo...Q nos ayuda a entender a nuestros niños y a nosotros mismos también, porque no decirlo. Me alegro estés presente de nuevo. Espero estés bien y todo este bien. Muchas gracias y un fuerte abrazo. Pd: por cierto la cajita del cerebro triuno esta genial. Mi hijo mayor cuando su hermano se enfada me dice mamá Ginés ahora está dominado por el dinosaurio ...
ResponderEliminar¡¡Muchísimas gracias por tu comentario!!
Eliminar¡Qué alegría que os resulten útiles estos post! A mí me sirve de tanto conocer todo esto, que lo que más me apetece es compartirlo!!
Y, ¡qué bonito lo de la caja-cerebro triuno! ¡¡ME ENCANTA!! ¡Mil gracias por conpartirlo en el blog!
Un abrazo fuerte,
Inés