Escuela de padres on line, Educar con corazón y con cerebro (mindfulness, inteligencia emocional, neurociencia)
Ay.... la culpa.... ¡Qué daño hace la culpa! Esa culpa, en busca de esa perfección, de esa madre perfecta que no puede fallar.... ¡Qué daño hacen esas creencias irracionales grabadas a fuego en nuestros cerebros, como consecuencia de la educación que hemos recibido!
Lo que realmente daña al niño no es la imperfección de una madre, sino esa inseguridad, ese miedo, ese sentimiento de culpa que corroe a la madre.

El problema, no es sólo en sí, el sentimiento de culpa que produce gran dolor físico y emocional en el que lo siente, sino también las consecuencias de esa culpa.... Puede llevar a querer enmendar esa culpa a través de ceder a todas las peticiones del niño, de no poner límites, de no cumplir las consecuencias establecidas... para que el niño "nos perdone" por el poco tiempo dedicado.
Y, esto sí que hace daño a nuestros niños. Nuestros niños necesitan normas, límites y consecuencias firmes y claras. Necesitan esa persona adulta que les vaya guiando, ya que ellos no tienen el cerebro completamente desarrollado para poder hacerlo por sí mismos.

Sí, nuestros niños necesitan que estemos tiempo con ellos. Para poder educarles, hay que estar con ellos. Eso, es indudable. Y, esta imagen, demoledora, lo demuestra claramente....

Pero, no hay que olvidar que cantidad no siempre equivale a calidad.
Si le dedicamos mucho tiempo a nuestros hijos, pero estamos enfadados con la vida por sentir rabia, injusticia, resentimiento, vacío, aburrimiento.... así es cómo nos comportaremos con ellos.
O, si le dedicamos mucho tiempo a nuestros hijos, pero en realidad, durante ese tiempo, estamos "ausentes" para ellos al dedicarnos a otras muchas cosas, entonces, es como si no estuviéramos con ellos.
Una guardería de Noruega escribió este mensaje en su puerta:


Hay que llegar a un equilibrio y para ello, es necesario el autoconocimiento.
- Una cosa muy importante es que el tiempo que NO le dedicamos a nuestros niños, NO equivale a tiempo perdido en su educación. Quizás, gracias a ese tiempo que no estamos con ellos (y que estamos trabajando, formándonos, haciendo ejercicio, o con amigos) nos sentimos mas llenos, mas felices y mas tranquilos; y, eso, es un regalo para nuestros niños!! El educador debe tener el suficiente autoconocimiento para saber qué necesita para sentirse en paz, feliz, lleno y así poder dar una educación de calidad. Una persona feliz, irradia felicidad y hace feliz a los que le rodean. Un educador feliz, es el mejor regalo para un niño.


- Por otro lado, aprender a estar plenamente presentes cuando estemos con nuestros hijos
Comparto un párrafo del magnífico libro El Milagro de Mindfulness, escrito por Thich Nhat Hanh.
"He descubierto la forma de tener mucho más tiempo libre. Antes consideraba el tiempo como si estuviera dividido en varias partes. Una parte estaba reservada a Joey, otra a Sue, otra a ayudar en el cuidado de Ana y otra a las tareas domésticas. Y el tiempo que me quedaba lo consideraba mío. En él podía leer, escribir, investigar, salir a pasear. Pero ahora intento no dividir más el tiempo en partes. Considero el tiempo que paso con Joey y Sue como si fuera el mío. Cuando ayudo a Joey a hacer los deberes, intento verlo de este modo. Repaso con él las lecciones que ha de estudiar, disfrutando de su presencia y encontrando la forma de interesarme por lo que estamos haciendo en ese rato. El tiempo que le dedico se convierte en mi propio tiempo. Y con Sue hago lo mismo. ¡Lo más increíble es que ahora tengo un tiempo ilimitado para mí!"



- Y, en ningún caso olvidar que lo que realmente necesitan nuestros niños es sentirse VISTOS, sentirse ESCUCHADOS, sentirse QUERIDOS, sentirse VALIDADOS, sentirse NECESARIOS, sentirse ACEPTADOS tal como son, sentirse CAPACES, sentirse APOYADOS.
Estas son las necesidades básicas del ser humano.
Por lo tanto, la pregunta más importante, no es ¿cuánto tiempo le dedicas a tu hijo? sino ¿Tu hijo siente que es alguien importante para ti?


"Te veo" en la película Avatar.... Así deben sentirse nuestros hijos.... Vistos por nosotros....





















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